Mi cruel y único destino.
Amiga, hoy me encuentro
arrodillado a tus pies, jure jamás arrodillarme ante nadie, pera esta
tendrá que ser una excepción, la vida me pone a tregua y tú eres mi
única esperanza.
Cuando cruzo el oscuro
callejón que lleva a su mirada, siempre pienso en ti, una bala y un
edredón, la tristeza y la calma de la noche, la crueldad del cementerio,
la misericordia de tu nombre, que lentamente se alimenta de los latidos
de mi corazón.
Una bella mujer me ha
visitado esta tenue noche, la penumbra la acompaña y el miedo es uno de
sus métodos para hacerme hablar, su mirada me lleva al infierno, el
cuchillo que tiene en su mano, muy despacio me desangra.
El frio se hace cada vez
mayor, el metal y mi carne se vuelven uno, la piel se vuelve mucho más
pálida y las palabras de mi boca salen ensangrentadas, las lágrimas han
quemado mi cara, mi último deseo es poder verte, besarte por última vez;
pero ya no puedo, ahora somos uno, me he vuelto la muerte mi propia
muerte.