domingo, 8 de enero de 2017

Por la Calle del Arte



Caminaba por una acera de la calle del arte, uno, dos, tres tarjetas de invitación; restaurantes de 5 estrellas y damas con perfume de Chanel, trajes de Louis Vuitton y carteras de lagarto blanco; entre más caminaba, mas aburridos se volvían los pasillos, eran hoteles al lado del mar, playas de arena blanca, casas cerca al Empire State, museos en Londres, Boutiques en Paris, apuestan en Dubái y partidos en Madrid. Un clásico, el Real contra el Barça, el palco mas alto y el asiento del rey, un 0 a 4 del Chelsea sobre el City y se acaba el partido.

Noche en New York, la lluvia se come las portadas, mientras, en Bogotá se llenan los portales; pasos de cal, asientos de arena, riscos de 2 pesos y panes de 10. Mesas privadas, revistas para adultos, no veo mujeres, solo reconozco los platos de caviar, los vinos rosas y la sonrisa del concejal, son las 5 de enero 2017, aun así, alista tamales para la presidencia, los Santos ya no pueden volar, no hay presupuesto en el Vaticano, mientras las servilletas que caen al suelo son el papel que llega a las urnas.

Las ventanas de Medellín, entre cortinas siempre ocultas; balcones de entierro, cristales enlutados; recorro el Poblado, siempre llegan invitaciones y tarjetas, es la ventaja de tener traje, sin un peso en el bolsillo, pero con polvo, mas una deuda, que hoy cobrara algún camello.

La ruta de mi sol cada día cambia, ahora toma el bus de las 11, la sigo, pero se despide en el tren de las 4. Sigo con hambre y me voy pa' mi casa; estantes vacíos, con una nevera llena de hielo, el microondas sin conejos de polvo y de la pila solo sale agua deshidratada, me voy a buscar otro restaurante.

Pintaron otro mural en la calle del arte, el rio Nilo, un buque de Panamá y la cara de Rajoy, nada mas llegar, la (mi) mayor obra de arte, ordena que se pinte de blanco, mientras vuelve a su vistoso mostrador, tras una montaña de Picassos, que ni en 2 siglos españoles, vencen mi Da Vinci, cuando miro a la Jaconda de forma moderna, una sonrisa (su sonrisa), otro premio más, mientras Magdalena se besa con Jesús en la (mi) última cena.

Siguen los burdeles, las fachadas de diamante y en medio el Palacio de Nariño, no ha dicho nada mas el Padrino, solo su discurso de final de año, me marcho a Tokio, compro un par de Mangas y una replica de Kim Jong-Un, tendrán que aprender algún truco nuevo, después de todo Mariano Rajoy fue reelegido y Uribe quiere volver a ser presidente, siempre y cuando, Trump siga al mando y el Papa construya mas McDonald en la plaza de San Pedro.

Vaya año nos espera.

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