El tiempo pasa,
Las vidas se acaban,
El humo arrasa,
Y recupero la calma.
El reloj no avanza,
Un minuto que no pasa,
Son gotas de nada,
Reflejadas en mis canas.
Ya no se refleja el bar,
Ni simples botellas vacías,
Solo tristes sedas, de compostura blanca.
Esa sola, tirada en un costado,
Palabras, que se volvieron engaño,
Páginas, que mis manos han rasgado.
De mi mente que fluye inmensa,
De los versos, que no pude pronunciar,
De las letras, que se ven en mis arrugas.
Mejoro con el tiempo,
Es infinidad, prefiero estar muerto,
Me cansa el maldito infinito,
Que solo acaba en sufrimiento,
En pesar, sin moverse el reloj.
Sigo hablando sin voz,
Con el peso del dolor,
Con mil vidas en mis ojos,
Con los años a mi antojo.
Simplemente lo he visto todo,
He dejado los cristales empañados,
Todos mis miedos, ya han pasado,
Los males de tu vida se han acabado.
Se secan los mares,
Filtramos los lagos,
Olvidamos al sol,
Sus virtuosos rayos.
Acompañado de un vino añejo,
De mis pasajeras canas,
De las desdichadas arrugas,
De la puerta a este bar,
Que, sin tiempo en la ciudad,
Ya nunca abre,
Solo cierra puertas ventanas
y cerrojos,
camino a mi corazón,
herraduras que no se han abierto,
pasajes de los que han muerto.
Soy solo otro vino añejo,
Otro simple viejo,
Que ahora te está hablando.
He muerto y he revivido,
He caído y me he levantado,
He tocado el fondo,
Para poder rozar el cielo.
He vivido bien,
Son muchos los que han muerto,
Pero más los que he visto nacer.
Puede que llegue mi fin,
Mi aventura, mi inspiración,
Me pierda en mis musas,
Y no vuelva sin razón.
Pero por suerte, acabe viviendo,
Con todo mi corazón.
100 vidas en canciones,
Poemas y versos,Son todo lo que os dejo.
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