Como el césped ondeante
por el viento se mueve tu pelo, resplandece ante los rayos del sol, se esconde
bajo la sombra, reposa sobre el dulce atardecer de una acera, el cemento nunca
estuvo tan adornado, las flores crecen a tu alrededor, asombradas con tanta
belleza.
Sombra, tranquila, la
sombra de la palmera refresca tus vestidos, hace notar más el resplandor de las
estrellas, te miro a lo lejos y enceguezco, te admiro incluso en las
despedidas, en los holas que no nos decimos, en los adioses que jamás se brindaron.
Corren las gaviotas,
dejan volar a los gatos, llora el cielo al ver que te vas, que te escondes, en
las casas desconocidas para el sol, los ríos suben a la ciudad a saludarte,
pero no encuentra más que recuerdos muertos, visiones del futuro.
Llaman a los atardeceres
quieren volver a verte, porque las hojas mueren en los bares, se ahogan en los ríos,
ven nacer las estrellas, vuelves en la noche, en los días desconocidos en la
mañana.
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