martes, 25 de octubre de 2016

Le Dije Hola a la Soledad



Le dije hola a la soledad,
Desde el día,
En que mis manos se alejaron de tu amabilidad.

Le dije hola a la soledad,
Desde que toca a mi puerta la melancolía,
Desde que el adiós,
Se volvió otra palabra de mi vocabulario,
Desde que las nubes alumbran a otras plazas,
Surcan los mares
Y olvidan la verdadera intención de mi ventana.

Salude al olvido,
El día en que los ríos,
Subían a tocar a las casas,
Jugaban a que Vivian en los mares,
A que no Vivian intentando regalar amares.

Sufrían las plegarias del invierno,
Morían en las manos de otro cuerpo,
Sangraban; soldado agobiado.

Amores arreglados,
Matrimonios pactados
Y corazones cansados,
Cansados de las cárceles de manantiales,
De los palacios en los que, en vez de princesas,
Vivía el monstro en cama de la abuela.

Le dije hola a la soledad,
Justo el día en que deje de quererla,
El día en el que trate de olvidarla,
Sacarla de mi alma,
De mi retrato inerte,
De una vida sin mis muertes.

La retrataba en la mañana,
La recordaba en las tardes
Y le escribía de nuevo junto a las estrellas,
No puedo evitar recordarla,
La saca a patadas
Y entra nuevamente con las goteras,
Que deja la llovizna.

No puedo despedirla,
Ni nunca,
Ni ahora,
Ni el día que la vi con ese hombre.

Los estereotipos mandan,
Las ropas cambian
Y las faldas ahora la adornan,
No se ve mal,
Pero ya no era la mujer que conocí,
Se había perdido entre tanto maquillaje,
Polvos y aspirinas,
Se había perdido en las miradas de los demás,
Ya no eran mis ojos los únicos que la acariciaban.

Salude al olvido,
De rodillas le pedí que me acogiera,
Ahora vivo en los cuartos de hotel,
Entre los bares,
Los manantiales en los parques,
Solo veo faldas y escotes,
Ya no hay espejuelos y trenzas sin sentido,
Sin sentido, pero enamoradizas,
Perfectas para tu pelo,
Ahora los libros se quedan en las vitrinas,
En Colombia ya no se lee ni al nobel,
Solo unos pocos conservamos las hojas sobre la cabeza.

Pase por ella a las 7,
Estaba bien arreglada,
Peinada y sin maquillaje,
Con tacones sin punta,
El pelo suelto
Y perfume ensordecedor,
Casi tiro al piso de mi cadera el anclaje,
No tenía reglas solo su propia pauta,
Sus propios argumentos,
Le dije hola,
Me respondió con alegría
Y le pregunte de nuevo
¿Cómo te va soledad?

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